Butlletí EspaiS@lut
Març 2020 - #94

El Servei de Salut Pública informa

Contaminación atmosférica y asma

© Shutterstock.com / Wiphak Wiwattananon

© Shutterstock.com / Wiphak Wiwattananon

La contaminación del aire tiene efectos en la salud a corto plazo, es decir, inmediatamente después de una exposición aguda, y también a largo plazo, o el que es el mismo, después de una exposición crónica. Los efectos a corto plazo suelen suceder después de picos de contaminación, que son niveles puntuales relativamente altos que duran en general unos días y que son debidos a situaciones concretas. Actualmente, a Europa occidental, las causas más frecuentes de picos de contaminación atmosférica son meteorológicas, por ejemplo, varios días seguidos sin viento o lluvia o cambios bruscos de temperatura. Horas o días después de estos picos de contaminación, se observan efectos en la salud, entre los cuales figuran un aumento de la mortalidad, de las hospitalizaciones, de infartos, de ictus, etc.

Los efectos a largo plazo se dan después de exposiciones a niveles no excesivamente altos de contaminación atmosférica prolongados durante meses o años. Estos efectos se observan incluso con niveles de contaminación atmosférica por debajo de los límites reglamentarios. Los efectos en salud asociados a la exposición a largo plazo son muchos e incluyen, entre otros, mortalidad prematura, cáncer pulmonar, dolencias respiratorias y cardiovasculares, bajo peso al nacer, etc.

Del mismo modo, los efectos de la contaminación atmosférica sobre el asma también pueden ser agudos y crónicos.

La investigación de estos efectos empezó a finales de los años 70 con el estudio de las relaciones de la exposición a corto plazo a la contaminación atmosférica con la mortalidad y las hospitalizaciones y al centrarse las causas respiratorias, incluidas las relacionadas con el asma. Muchos estudios mostraron que después de picos de contaminación las personas que sufrían asma tenían más probabilidades de tener una crisis, de ser hospitalizadas, de acudir a urgencias o al médico, de usar medicación y de faltar al trabajo o en la escuela como consecuencia del asma. Entre estos estudios, hay varios que incluían la ciudad de Barcelona, posando en evidencia que el carbono negro y el dióxido de nitrógeno (NO2) estaban asociados con las visitas a urgencias por asma en toda la población, aunque en niños y niñas las admisiones diarias aumentaron significativamente con el dióxido de azufre (SO2) y no significativamente con carbono negro y NO2. Años más tarde, a Europa se adoptó de manera generalizada la medición rutinaria de las partículas en suspensión (PM), otro de los principales contaminantes del aire, lo cual permitió confirmar que los picos de contaminación por partículas también se asociaban con un mayor número de ingresos por asma en menores y adultos.

En cuanto a los efectos a largo plazo, a principios de los años 2000 un grupo de investigadores en California, Estados Unidos, demostró que los niños y niñas que vivían más cerca de vías con más tráfico tenían más probabilidad de desarrollar asma. Después de este estudio, otros muchos han encontrado asociaciones entre exposición en la contaminación atmosférica y desarrollo del asma en la infancia. En los últimos años, varias revisiones sistemáticas y metaanàlisis, es decir, estudios que compilan los resultados otras investigaciones anteriores, apoyan a la evidencia de una asociación entre la exposición a la contaminación atmosférica a largo plazo y el desarrollo del asma en la infancia.

Una cosa que parece importante mencionar llegado este punto es que un solo estudio no es suficiente para establecer una asociación causal, sino que hace falta un conjunto de estudios para confirmar o no asociaciones entre exposiciones ambientales y efectos en la salud. En la literatura científica siempre encontraremos resultados que en una primera lectura pueden parecer contradictorios, puesto que unos estudios encuentran asociaciones y otras no. Los estudios sobre asma y contaminación atmosférica no son ajenos a esta contradicción aparente, puesto que no todos han encontrado una asociación. En estos resultados dispares intervienen factores diversos, como la calidad de la investigación; que el número de participantes sea demasiado bajo como para establecer asociaciones; que los efectos en la salud no sean iguales en todas partes y en todo tipos de poblaciones; que los contaminantes estudiados no sean los mismos; que no se mesure bien la exposición a la contaminación; o que no estén muy definidos los casos de asma. En este mismo sentido, la duración y el momento de la exposición también podrían ser particularmente importantes en cuanto a la salud respiratoria en los niños. Cada vez hay más estudios que muestran que la exposición a la contaminación durante el embarazo puede tener consecuencias sobre la salud respiratoria de niños, niñas y adolescentes en fases posteriores de su vida.

Recientemente se han publicado dos estudios sobre contaminación atmosférica y asma que, a priori, podrían parecer contradictorios. El primero de ellos se sirvió de las conclusiones otros estudios anteriores que sí que habían encontrado relación entre contaminación atmosférica y asma infantil para hacer un cálculo estimado del número de casos que podrían deberse a este factor ambiental en Barcelona. La conclusión fue que hasta casi la mitad de los casos de asma infantil que se producen en la ciudad podrían atribuirse a la contaminación atmosférica.

Sin embargo, en otro estudio que hemos coordinado desde el Instituto de Salud Global de Barcelona y la INSERM francés y que incluye datos de cinco cohortes Europeas, no hemos encontrado asociación entre contaminación atmosférica y asma. Hay varias razones que podrían explicar esto. Por un lado, podría ser debido a problemas metodológicos, puesto que no todas las cohortes definieron el asma de exactamente la misma manera. También podría haber errores en la manera en que se mesuró la contaminación, problemas que son inherentes a la mayoría de los estudios de este tipo. No hay que descartar tampoco la posibilidad que en la población incluida en el estudio realmente no se dé una asociación entre exposición atmosférica y asma, puesto que las cohortes europeas que incluimos son recientes, con niños y niñas de menor edad que en la mayoría de los estudios anteriores, lo cual es relevante si se tiene en cuenta que la aparición del asma puede darse a edades más tardías. Del mismo modo, las y los participantes en este estudio estuvieron expuestos a niveles más bajos de contaminación que en estudios anteriores, puesto que a lo largo de los últimos años se ha producido un descenso en las concentraciones de contaminantes en el aire a Europa, lo cual es muy buena noticia.

Más allá de estos ejemplos que ilustran que la ciencia —y la epidemiología ambiental, en particular— no siempre avanza en linea recta, no hay que olvidar que, como la gran mayoría de las dolencias, el asma es multicausal. Es poco probable que la contaminación por sí sola sea la causa, y mucho más que lo sea en combinación con otros factores, como podría ser la susceptibilidad familiar, entre otros. EL asma es, además, una dolencia compleja, que tiene varias maneras de expresarse, por ejemplo, con o sin alergia. La contaminación podría tener un impacto diferente segundos si el asma empezó muy temprano en la infancia o en la adolescencia, o si la persona es alérgica o no. Los diferentes contaminantes podrían tener efectos diferentes segundos el subtipo de dolencia. Por eso, es importante seguir haciendo investigación para intentar contestar estas preguntas de la manera más fina y fiable posible y aclarar todas las dudas que todavía quedan. En resumen, el conjunto de la evidencia actual confirma que los picos de contaminación atmosférica están asociados a un empeoramiento del asma en los pacientes que sufren la dolencia, pero la exposición a largo plazo también está asociada con el desarrollo de la dolencia. Los niños y niñas que están más expuestos de manera crónica a la contaminación atmosférica, aunque sea a niveles relativamente bajos, tienen más probabilidades de desarrollar la dolencia, y cuando hay picos de contaminación los y las menores con asma tienen más riesgo de sufrir una crisis .

Bénédicte Jacquemin
Investigadora
Instituto Nacional de Investigación Médica y de Salud de Francia (INSERM)
Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por "La Caixa"

Boletín: EspaiS@lut
Número de boletín: #94 - Març 2020

 
 

Subscripció: Alta / Baixa
Valorem la vostra privacitat

Servei de Salut Pública
Àrea de Comerç, Consum i Salut Pública
Passeig de la Vall d'Hebron, 171
Recinte Mundet
Edifici Serradell Trabal, Planta 2
08035 Barcelona
Tel. 934 022 468
https://www.diba.cat/salutpublica/
ssp.espaisalut@diba.cat

 

Youtube  Comunitat virtual  Twitter  RSS