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Espacio público

La gestión de los beneficios del verde y el azul urbano

CONTEXTO

© muratart / Shutterstock.com

Reconectar a las personas con la naturaleza e impulsar una actividad física habitual en entornos verdes y azules es una de las estrategias que más puede contribuir a reducir el impacto negativo que distintos aspectos del entorno urbano ejercen en la salud.

Los espacios verdes y azules urbanos, bien gestionados, aportan a una ciudad beneficios ecológicos, ambientales, sociales y económicos, mientras que un buen diagnóstico de la infraestructura verde existente comporta más beneficios ambientales, que se traducen en una mejor salud física y psíquica. .

Numerosos estudios recientes demuestran que la presencia de espacios verdes en las ciudades, debidamente planificados y gestionados, puede tener unos efectos muy beneficiosos para la salud física y mental de la población (Gascon et al., 2016). De un modo similar, también se ha comprobado que el contacto con espacios azules (ríos, mares, lagos, fuentes) contribuye a mejorar la salud mental y a incrementar la actividad física (Gascon et al., 2017). En conjunto, los espacios naturales ofrecen un lugar para la interacción social y contribuyen a la cohesión social del barrio, con los beneficios que ello comporta para la salud de las personas (Frumkin et al., 2017).

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En los últimos años se están analizando a fondo los efectos que la biodiversidad de los espacios naturales puede tener en la salud humana; es decir, el modo en el que la riqueza del patrimonio natural puede interactuar con las personas. En este sentido, diversos estudios científicos señalan que una mayor diversidad biológica, por lo general asociada con un mayor grado de naturalidad y conservación de los espacios verdes y azules, conlleva una mejora de la microbiota interna de las personas (conjunto de microorganismos que habitan dentro del cuerpo humano) y del sistema inmunológico (Gascón et al., 2015).

Los suelos de los entornos urbanos presentan una elevada heterogeneidad y están muy condicionados por la actividad humana. En los últimos años han recibido una atención cada vez mayor y plantean diversas cuestiones y retos en torno a la salud humana. Por un lado, conviene disponer de espacio público con amplias cubiertas de suelo permeable que ofrezcan una buena capacidad de retención de agua y de infiltración. Estos dos factores son esenciales para ahorrar agua de riego y mitigar los efectos del cambio global, en especial en zonas propensas a inundaciones, situadas en lugares que tienden a canalizar el agua cuando llueve de forma torrencial. Por otro, la transpiración del agua del suelo contribuye a mejorar las condiciones de los microclimas (humedad relativa, temperatura) y beneficia a la salud. Aunque se sabe que en algunos casos los suelos pueden acumular agentes patógenos y productos tóxicos y radiactivos que provocan intoxicaciones y diversas enfermedades (Steffan et al., 2017), la relación entre los suelos urbanos y la salud humana probablemente será un área de investigación creciente en un futuro próximo.

En síntesis, los espacios verdes (y azules) contribuyen a un mejor estado de salud porque:

  1. fomentan un aumento de la actividad física
  2. reducen el estrés, al tiempo que la mera observación de espacios naturales ya genera de por sí una sensación de bienestar
  3. proporcionan servicios ecosistémicos, dado que la vegetación absorbe parte de la contaminación atmosférica y proporciona sombra y refrigeración gracias, entre otros factores, a la evapotranspiración del agua
  4. generan un espacio en el que la comunidad puede desarrollar actividades, lo que contribuye a una mayor cohesión social, mejor calidad de vida y satisfacción personal
  5. proveen biodiversidad y estimulan la respuesta del sistema inmunológico (Gascon et al., 2015; Rook, 2013; Sugiyama et al., 2008; OMS, 2016b; Wolf y Robbins, 2015).
 

OBJETIVO

  • Mejorar la calidad ambiental de la ciudad mediante el establecimiento de una red de espacios verdes y azules debidamente planificada y conservada.
  • Garantizar, a toda la población, el acceso equitativo a espacios verdes y azules para promover el desarrollo de la actividad física y la cohesión social.

PROPUESTAS Y RECOMENDACIONES

  • Impulsar un incremento de los espacios verdes y azules urbanos de calidad. Garantizar una distribución equitativa de ellos en toda la ciudad, a fin de que la ciudadanía pueda beneficiarse, sin exclusión alguna, de tales espacios.
  • Favorecer activamente la presencia de espacios con el mayor grado de naturalidad posible, ya que ello incrementa la diversidad de especies y los efectos beneficiosos para la salud de las personas. 
  • Implementar medidas de gestión de los espacios verdes y azules urbanos para favorecer la diversidad de hábitats y de especies, reduciendo al máximo, por ejemplo, el uso de plaguicidas, utilizando especies autóctonas y materiales naturales, y potenciando, siempre que sea posible, la máxima naturalización de los espacios.
  • Incrementar la superficie de suelo permeable para favorecer la infiltración del agua en caso de lluvias torrenciales y para regular el microclima.
  • Potenciar la regeneración natural de los espacios no ocupados, facilitando su naturalización con medidas de baja intensidad, impacto y coste, que faciliten la recuperación de los hábitats y de las especies.
  • Conectar los espacios verdes y azules urbanos con los espacios naturales periurbanos y con el conjunto del patrimonio natural de la región, construyendo la denominada «infraestructura verde». A tal efecto, es necesario mantener la continuidad entre los espacios y potenciar los corredores verdes y azules, que, además, acercan la naturaleza a la ciudadanía y promueven la actividad física.
  • Implementar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a fin de que haya una zona de verde urbano de, como mínimo, media hectárea a una distancia lineal de 300 metros con respecto a todos los ciudadanos y ciudadanas.
  • Asegurar que los parques están dotados de infraestructuras (bancos, aseos públicos, fuentes, señalización adecuada, iluminación, accesibilidad visible, papeleras, etc.) que permitan caminar, ir en bicicleta y realizar ejercicio físico, ya que ello propicia un mayor grado de intensidad y disfrute de la actividad física (Gladwell et al., 2013).
  • Procurar, siempre que sea viable, que la mayor parte de las calles cuenten con vegetación (un mínimo de diez árboles por cada bloque de edificios) para crear recorridos más saludables y con sombra y mejorar la estética del entorno construido (Kardan et al., 2015).
  • Estudiar el uso de las especies más apropiadas en función de la anchura de las aceras y de las propias viviendas. Las principales preferencias a la hora de escoger las especies son: que contribuyan a aumentar la biodiversidad, que sean autóctonas, que produzcan poco polen y que sean de hoja caduca, de modo que permitan que en invierno el sol penetre en las viviendas y que en verano generen sombra (Cariñanos y Casares-Porcel, 2011).
  • Aumentar la depuración del aire por la vegetación (por ejemplo, incrementando el recubrimiento vegetal mediante la plantación de arbustos por debajo de las copas de los árboles). Los árboles son eficientes en la reducción de numerosos contaminantes.
  • En áreas con emisiones elevadas de contaminación atmosférica a escala superficial -como en las vías urbanas-, el recubrimiento vegetal debería situarse a lo largo de la calle o vía, pero sin recubrirlas en su totalidad. De este modo, los contaminantes pueden dispersarse en altura y se aumenta su depuración por los árboles adyacentes.
  • La vegetación puede ser útil para atenuar el ruido. Cuando el arbolado tenga esta finalidad, deberá diseñarse de tal modo que presente una densidad elevada, troncos gruesos y la mayor anchura posible entre las vías, los vehículos y los peatones (Van Renterghem, 2014).
  • Garantizar la presencia de espacios verdes y azules en zonas urbanas con estructuras densas que puedan sufrir en mayor medida el efecto de isla de calor urbana. Estos espacios contribuyen a reducir la temperatura ambiental en las zonas urbanas, ya que, por ejemplo, la propiedad evapotranspirativa de la vegetación aumenta la humedad, mientras que el arbolado genera sombra.
  • Considerar el uso de fachadas y cubiertas verdes para mejorar la eficiencia energética y térmica de los edificios.

EXPERIENCIAS DE REFERENCIA

LEGISLACIÓN Y NORMATIVA

  • No existe una legislación específica. Sin embargo, la Comisión Europea ha aprobado varias comunicaciones referentes a la infraestructura verde (véase el apartado de referencias).
  • Recomendaciones de la OMS: garantizar la presencia de una zona de verde urbano de cómo mínimo media hectárea a una distancia lineal de 300 metros desde cualquier punto.

ESTUDIOS Y DOCUMENTACIÓN TÉCNICA


Referencies científicas:

  • Basagaña, X. et al. 2011. Heat waves and cause-specific mortality at all ages. Epidemiology, 22(6); 765-772.
  • Cariñanos, P., Casares-Porcel, M., 2011. Urban green zones and related pollen allergy: A review. Some guidelines for designing spaces with low allergy impact. Landscape and Urban Planning, 101(3).
  • Frumkin, H., et al., 2017. Nature contact and human health: A research agenda. Environmental Health Perspectives, 125(7), 1-18.
  • Gascon, M. et al., 2015. Mental Health Benefits of Long-Term Exposure to Residential Green and Blue Spaces: A Systematic Review. International Journal of Environmental Research and Public Health, 12(4).
  • Gascon, M. et al., 2016. Residential green spaces and mortality: a systematic review. Environment International, 86.
  • Gascon, M. et al., 2017. Outdoor blue spaces, human health and well-being: A systematic review of quantitative studies. International Journal of Hygiene and Environmental Health, 220(8).
  • Gladwell, V. et al., 2013. The great outdoors: how a green exercise environment can benefit all. Extreme Physiology & Medicine, 2(3), 1-7.
  • Hamra, G., et al., 2015. Lung cancer and exposure to nitrogen dioxide and traffic: A systematic review and meta-analysis. Environmental Health Perspectives, 123(11), 1107-1112.
  • Héroux, M., et al., 2015. Quantifying the health impacts of ambient air pollutants: recommendations of a WHO/Europe project. International Journal of Public Health, 60(5), 619-627.
  • Kardan, O. et al. 2015. Neighborhood greenspace and health in a large urban center. Scientific Reports, 5(11610), 1-14.
  • OMS, 2016. Urban green spaces and health: A review of evidence, Copenhagen.
  • Pugh, T., et al., 2012. Effectiveness of green infrastructure for improvement of air quality in urban street canyons. Environmental Science and Technology, 46(14), 7692-7699. 
  • Santamouris, M. et al., 2015. On the impact of urban heat island and global warming on the power demand and electricity consumption of buildings - A review. Energy and Buildings, 98, 119-124.
  • Steffan, J.J.; Brevik, EC; Burgess, L.C.; Cerdà, A. (2018) The effect of soil on human health: an overview. Eur J Soil Sci. 2018 Jan;69(1):159-171.
  • Vert, C., et al. 2017. Effect of long-term exposure to air pollution on anxiety and depression in adults: A cross-sectional study. International Journal of Hygiene and Environmental Health, 220(6), 1074-1080.

OTRAS FICHAS DE LA GUÍA

  • Fitxa  "Impactes sobre la biodiversitat i el patrimoni natural".

Se pueden obtener informaciones más detalladas dirigiendose al Servicio de Salud Pública: entornurbasalut@diba.cat

Fecha de la última actualización:
dg., 09 de maig 2021 07:40:03 +0000