Comparteix

Espacio público

Accesibilidad

CONTEXTO

© Nana studio / Shutterstock.com

 

La ciudadanía, con independencia de cuáles sean sus condiciones físicas y psíquicas, tiene derecho a acceder al espacio público y a beneficiarse de él con comodidad y seguridad. Potenciar la autonomía personal a la hora de desplazarse y de disfrutar del espacio público minimiza los problemas de salud física y mental.

Es importante pensar en un «diseño universal» y, por consiguiente, en un «diseño individualizado». El espacio público debe garantizar la accesibilidad y movilidad segura de todas las personas, proporcionando un espacio de encuentro neutral que facilite la comunicación.

 

OBJETIVO

  • Facilitar que todo aquel que utilice el espacio público -tercera edad, personas con movilidad reducida, infancia, etc.- pueda acceder a él de un modo seguro.
  • Disminuir el aislamiento que sufren las personas con problemas de movilidad y sensoriales como consecuencia de la presencia de barreras físicas y comunicativas.
  • Promover espacios de encuentro que permitan practicar una actividad física.

PROPUESTAS Y RECOMENDACIONES

  • Dar prioridad a los peatones y ciclistas frente a los vehículos motorizados.
  • Tener en cuenta los distintos tipos de discapacidad: física, sensorial y cognitiva.
  • Diseñar el espacio público -mobiliario, baños públicos, fuentes, parques infantiles, infraestructuras para actividades lúdicas, etc.- con arreglo a los distintos grupos de personas usuarias.
  • Crear espacios acogedores y tranquilos con los que los ciudadanos y ciudadanas puedan identificarse.
  • El espacio público debe ser atractivo y de calidad, dado que, si se reduce el temor a los delitos y a los accidentes, se obtiene un aumento de la actividad física y mejora la percepción de la seguridad (Aytur et al., 2015; Foster et al., 2012; Liao et al., 2017; Sugiyama et al., 2015). Por el contrario, las barreras de acceso y las estructuras inseguras -como curvas y rampas mal diseñadas, espacios abandonados, visibilidad reducida, etc.- se asocian con una disminución del uso del espacio público y de la actividad física, con la presencia de actividades no deseadas -como delitos, vandalismo y drogas- y con accidentes y lesiones (Aytur et al., 2015; Belon et al., 2016). 
  • Fomentar barrios compactos con un uso mixto del suelo que potencien los servicios de proximidad necesarios en el día a día; 400 metros es la distancia aproximada que las personas están dispuestas a recorrer a pie para acceder a los servicios diarios (Foster et al. 2014; Smith et al., 2010; Van Cauwenberg et al., 2010).
  • Favorecer la accesibilidad a los edificios, servicios públicos, comercios y transporte público promoviendo la eliminación de las barreras arquitectónicas y comunicativas.
  • Diseñar pasos de peatones seguros en las intersecciones y a mitad de manzana para priorizar y conectar los caminos peatonales. Administrar el tiempo adecuado para cruzar e instalar rampas de acceso visibles. Establecer una conexión intuitiva entre los caminos peatonales, la infraestructura de ciclistas y el transporte público (Davison y Lawson, 2006; McCormack y Shiell, 2011).
  • Promover la intermovilidad; por ejemplo, mediante la provisión de aparcamientos de bicicletas y de estacionamientos de disuasión -en inglés, park and ride- que permitan dejar el vehículo privado junto a las estaciones de transporte público.
  • Crear una buena red de transporte público accesible. Este deberá ser de calidad, presentar una frecuencia de paso elevada y ser accesible y asequible para todo el mundo. En un contexto urbano, las distancias recomendadas son: menos de 400 metros hasta la estación de autobuses más cercana; menos de 600 metros hasta la estación de metro; y menos de 800 metros hasta la estación de trenes (Arundel et al., 2017; Giles-Corti et al., 2016, Hooper et al., 2015).
  • Proporcionar acceso a las infraestructuras para bicicletas en un radio de 400 metros con respecto a los edificios de viviendas para promover el transporte activo (Buehler y Pucher, 2012; Krizek y Johnson, 2006; Pucher et al., 2010).
  • Incluir y unificar elementos de señalización -por ejemplo, mediante pictogramas- que sean claros y comprensibles. Incorporar elementos sonoros, como semáforos acústicos, indicadores sonoros en ascensores y sistemas de megafonía en los medios de transporte. Utilizar señales luminosas o pantallas informadoras.
  • Velar por que el alumbrado público sea uniforme y homogéneo a fin de evitar los deslumbramientos y las zonas oscuras.
  • Informar de cualquier cambio en la vía pública.
  • Incidir en la prevención del incivismo y el vandalismo -como dejar la basura en la calle, pintar grafitis, dejar que algunos espacios caigan en el abandono, etc.- y velar por el cumplimiento de las ordenanzas y las normativas en materia de aparcamientos, ruidos, velocidades, obras en la vía pública, etc. (Belon et al., 2016; Foster et al., 2014; Organización Mundial de la Salud, 2016).
  • Controlar la colocación de obstáculos en la vía pública -como rótulos, expositores, etc.-, en especial en los itinerarios accesibles para peatones.
  • Utilizar pavimentos, texturas y colores que permitan diferenciar zonas. Debe recordarse que un mal uso -o un abuso- de distintos pavimentos, texturas y colores puede ser contraproducente para favorecer la accesibilidad.
  • Priorizar el empleo de rampas accesibles para salvar desniveles. Si no hay suficiente espacio para colocar una rampa accesible, deberá darse preferencia al uso de plataformas elevadoras verticales.
  • Impulsar que todos los recorridos con desniveles, escaleras y rampas vayan acompañados de barandillas continuas, en particular en los tramos del principio y el final.

EXPERIENCIAS DE REFERENCIA

  • Ajuntament de Barcelona: Serveis Municipals, s/d. Xarxa d’aparcaments Park&Ride de Barcelona.
  • Arundel, J. et al., 2017. Creating liveable cities in Australia: Mapping urban policy implementation and evidence-based national liveability indicators.
  • Diputació de Barcelona, s/d. Gerència de Serveis d'Infraestructures viàries i mobilitat.
  • Pla d'accessibilitat de Santa Maria de Palautordera (l'objectiu del pla és inventariar, identificar barreres, pressupostar-ne la seva eliminació i marcar un pla d'etapes, tant en la via pública i espais públics, com en edificis municipals, com en transports i comunicació; tenint en compte el marc normatiu que li és d'aplicació).
  • Pla d'accessibilitat a l'Illa de Vianants de Calafell (l'objectiu del pla és elaborar recomanacions individualitzades per a la millora de l'accessibilitat als comerços de l'Illa de Vianants).
  • Projecte d'instal·lació d'un ascensor inclinat del Parc del Castell a Malgrat de Mar (s'ha creat un accés que uneix el centre històric de la població amb el Parc del Castell i els barris del Castell i La Verneda, apostant per la instal·lació d'un ascensor inclinat com a solució més viable).

LEGISLACIÓN Y NORMATIVA

  • ORDEN VIV/561/2010, de 1 de febrero, por la que se desarrolla el documento técnico de condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación para el acceso y utilización de los espacios públicos.
  • Decret 135/1995, de 24 de març, de desplegament de la Llei 20/1991, de 25 de novembre, de promoció de l'accessibilitat i de supressió de barreres arquitectòniques, i d'aprovació del Codi d'accessibilitat.

ESTUDIOS Y DOCUMENTACIÓN TÉCNICA


Referencias científicas:

  • Arundel, J., et al., 2017. Creating liveable cities in Australia: Mapping urban policy implementation and evidence-based national liveability indicators.
  • Aytur, S., et al., 2015. Measuring physical activity in outdoor community recreational environments: Implications for research, policy, and practice. Current Cardiovascular Risk Reports, 9(1).
  • Belon, A., et al., 2016. Community Lenses Revealing the Role of Sociocultural Environment on Physical Activity. American Journal of Health Promotion, 30(3).
  • Buehler, R., Pucher, J., 2012. Cycling to work in 90 large American cities: New evidence on the role of bike paths and lanes. Transportation, 39(2).
  • Davison, K., Lawson, C., 2006. Do attributes in the physical environment influence children’s physical activity? A review of the literature. International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, 3(19).
  • Foster, S., Giles-Corti, B., Knuiman, M., 2012. Does Fear of Crime Discourage Walkers? A Social-Ecological Exploration of Fear As a Deterrent to Walking. Environment and Behavior, 46(6).
  • Foster, S., et al., 2014. Does walkable neighbourhood design influence the association between objective crime and walking? International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, 11(1).
  • Giles-Corti, B., et al., 2016. City planning and population health: a global challenge. The Lancet, 388(10062).
  • Hooper, P., et al., 2015. The building blocks of a “Liveable Neighbourhood”: Identifying the key performance indicators for walking of an operational planning policy in Perth, Western Australia. Health and Place, 36.
  • Krizek, K.J., Johnson, P.J., 2006. Proximity to Trails and Cycling and Walking. Journal of the American Planning Association, 72(1).
  • Liao, Y., et al., 2017. Associations of older Taiwanese adults’ personal attributes and perceptions of the neighborhood environment concerning walking for recreation and transportation. International Journal of Environmental Research and Public Health, 14(12).
  • McCormack, G.R., Shiell, A., 2011. In search of causality: A systematic review of the relationship between the built environment and physical activity among adults. International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, 8(1).
  • Pucher, J., Dill, J., Handy, S., 2010. Infrastructure, programs, and policies to increase bicycling: an international review. Preventive Medicine, 50.
  • Smith, G., et al., 2010. What is my walking neighbourhood? A pilot study of English adults’ definitions of their local walking neighbourhoods. International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, 7.
  • Sugiyama, T. et al., 2015. Quality of Public Open Spaces and Recreational Walking. American Journal of Public Health, 105(12).
  • Van Cauwenberg, J., et al., 2011. Relationship between the physical environment and physical activity in older adults: A systematic review. Health and Place, 17(2).

Se pueden obtener informaciones más detalladas dirigiendose al Servicio de Salud Pública: entornurbasalut@diba.cat

Fecha de la última actualización:
dg., 09 de maig 2021 07:13:47 +0000