Qualitat de l'aire exterior

Qualitat de l'aire exterior

Desde los episodios puntuales de contaminación ocurridos en el mundo industrializado durante la primera mitad del siglo XX debidos a las emisiones de las industrias y las calefacciones, especialmente aquellos que ocasionaron la muerte de casi 4.000 personas en pocas semanas, quedó claro el enorme impacto que tiene la contaminación atmosférica en la salud pública. Posteriormente, en las últimas décadas del siglo pasado se fueron añadiendo las emisiones de los vehículos a motor, considerada actualmente como principal fuente de contaminación atmosférica en las ciudades y principal problema a resolver.

Estos acontecimientos impulsaron políticas de control a Europa y EE. UU. orientadas a reducir las emisiones de estas fuentes de contaminación para proteger la salud de la población. Con este objetivo la #OMS publicó en el año 1987 las Guías sobre la Calidad del Aire, donde se fijaban concentraciones máximas recomendadas de los principales contaminantes atmosféricos y que han estado objeto de diferentes actualizaciones a lo largo de los años. Paralelamente, durante los años 90 la Unión Europea empezó un proceso de desarrollo legislativo sobre la calidad del aire publicando al 1996 la primera directiva reguladora de los valores límites de la mayoría de contaminantes atmosféricos.

Desde el punto de vista sanitario los contaminantes con más importancia son los siguientes:

  • Materia particulada (PM): mezcla de sustancias solides y líquidas suspensas en el aire que se clasifican según su diámetro en PM10 (inferior a 10 micrómetros), partículas finas o PM 2,5 (inferior a 2.5 micrómetros) y las partículas ultrafines PM 0,1 (de diámetro inferior a 0,1 micrómetros). Son partículas con capacidad de #introducir en las vías respiratorias y, en el caso de las mas pequeñas, llegar desde los alveolos al torrente circulatorio.
  • Gases: óxidos de azufre (SOx), óxidos de nitrógeno (NOx), monóxido y dióxido de carbono (CO y #CO₂), compuestos orgánicos volátiles (COV), etc.
  • Ozono troposférico: contaminando secundario resultando de la reacción química entre los óxidos de nitrógeno y los COV con el oxígeno de la atmósfera en presencia de luz.

En los últimos años se ha avanzado mucho en la comprensión de los efectos perjudiciales de la contaminación atmosférica sobre la salud a corto y largo plazo gracias al gran número de estudios toxicológicos y epidemiológicos realizados. Los diseños epidemiológicos que analizan y relacionan las variaciones en el tiempo de la exposición y un indicador de salud de la población (mortalidad, ingresos hospitalarios, etc.) aportan conocimiento sobre los efectos de la contaminación a corto plazo. En cuanto a los efectos de la exposición crónica, la información proviene principalmente de los estudios de cohortes, diseñados para valorar la relación entre la exposición a la contaminación y la esperanza de vida o los riesgos de desarrollar determinadas dolencias en una determinada población objeto de estudio a lo largo del tiempo.

Estos estudios han posado de manifiesto la variedad de efectos de la contaminación sobre la salud de la población. A corto plazo, desde molestias menores como irritación ocular o síntomas respiratorios leves, hasta efectos importantes sobre la funcionalidad pulmonar y cardiovascular, como brotes de episodios de asma o bronquitis en poblaciones vulnerables o el desencadenamiento de crisis hipertensivas, arritmias, infartos de miocardio y accidentes vasculares cerebrales y finalmente la muerte como consecuencia clínica más importante. Estas repercusiones comportan un incremento paralelo del número de ingresos hospitalarios, consultas médicas y visitas de urgencias en los centros hospitalarios. En relación a los efectos a medio y largo plazo, se ha evidenciado la influencia de los altos niveles de contaminación en la reducción de la esperanza de vida de la población, a causa de las muertes prematuras por dolencias cardiovasculares y cáncer de pulmón.

Hoy sabemos que no hay niveles seguros de contaminación atmosférica, que la exposición crónica a contaminantes puede ser más perjudicial para la salud que la exposición aguda y que mejorar la calidad del aire en una determinada zona se traduce enseguida en una reducción de las tasas de mortalidad y morbilidad.

A estas conclusiones se ha podido llegar gracias a estudios que permiten valorar el impacto de la contaminación del aire ambiente en la salud pública y cuantificar los beneficios potenciales que se podrían obtener con la aplicación de políticas de reducción de los contaminantes atmosféricos.