La historia de Can Serra
Orígenes de Can Serra. La Casa Serra
La historia de Casa Serra arranca la última década del siglo XIX. En aquella época Barcelona se encontraba inmersa en un proceso de cambios profundos que se encaminaban hacia la modernidad europea. La capital catalana tenía, en 1887, 400.000 habitantes, el mismo número de personas que un año después visitaron la Exposición Universal de la ciudad. La Exposición sirvió para exhibir el potencial económico e industrial de Barcelona y también fue una oportunidad para la remodelación urbanística. El 1892, la Unión Catalanista hizo públicas las bases para la Constitución Regional Catalana, popularmente conocidas como Bases de Manresa, que fue el primer proyecto político de autogobierno catalán.
En estos años Barcelona se encontraba inmersa en un verdadero boom de la especulación bursátil (1890-1892), aquello que el escritor Narcis Oller definió y con qué tituló su novela La febre d'or. Pere Serra i Pons podría haber sido uno de sus protagonistas: era un comerciante nacido en Manresa, el 1846, que había dejado el negocio familiar de ferretería para trasladarse a la capital catalana el 1874. Serra concentró buena parte de su capital en los negocios inmobiliarios, que focalizó en la parte alta del Eixample, a ambos lados del paseo de Gracia.
El 20 de abril de 1897, la Vila de Gracia fue agregada en Barcelona. Dos años después, concretamente durante julio de 1899, Serra compró dos casas situadas a los números 155 y 157 de la calle de Córcega, con un patio que tenía salida a la avenida Diagonal, entonces conocida como avenida de Argüelles. Todavía en diciembre de este mismo año escrituró otra compra, en este caso de dos solares vecinos del chaflán de la rambla de Cataluña.
Pere Serra y su mujer, Susanna Suaña y Soldevila, que procedía de una familia acomodada también de Manresa, no tenían hijos. Primero residieron en la Rambla de Cataluña. Posteriormente se trasladaron al número 155 de la calle de Córcega, que delimitaba con los solares de la mencionada rambla. El 1901 Serra vendió la finca del número 157 y encargó un proyecto de edificación de una casa unifamiliar al arquitecto y político Josep Puig i Cadafalch, que había sido escogido este mismo año regidor del Ayuntamiento de Barcelona por la Liga Regionalista, el partido presidido por Enric Prat de la Riba.
Josep Puig i Cadafalch, c. 1917-1923. AGDB. Fondo: Diputación de Barcelona. Autoría desconocida.
Puig i Cadafalch tenía entonces treinta y cuatro años y se había mostrado muy crítico con el Plan Cerdà, que estableció una uniformidad urbanística en el Eixample barcelonés. Puig era partidario de dotar en cada edificio con una singularidad arquitectónica, como había demostrado recientemente en la Casa Amatller, junto a la Casa Batlló, y como hizo también en la Casa Cheira, construida entre 1902 y 1904, y que estaba situada en la calle de Córcega 268 a tocar de la calle de Balmes.
Para la Casa Serra, Puig i Cadafalch proyectó un palacete de estilo neogótico con elementos renacentistas que se inspiraba en la Casa Chirimía, ubicada en la calle de Portaferrissa, pero que había sido derribada el 1856. La Casa Serra fue también ornamentada con una serie de esculturas ubicadas en la entrada, en el vestíbulo y la fachada, diseñadas por Eusebi Arnau i Mascort , y Alfons Juyol, colaboradores habituales de Puig i Cadafalch. La puerta de la casa se decoró con un escudo de armas imaginario de la familia, dado que el linaje de los Serra no era nobiliario, y la representación de una pareja en referencia a Pere Serra y su mujer, Susanna Suaña.
Detalle de ornamentación escultórica en la Casa Serra, c. 1990-2000. AGDB. Fondo: Diputación de Barcelona. Autoría desconocida.
A lo largo de la fachada, y en cada ventana, los escultores representaron figuras destacadas de la cultura europea como por ejemplo el pintor Marià Fortuny, el poeta Jacint Verdaguer (que había muerto en 1902), los escritores Miguel de Cervantes y Frederic Soler Serafí Pitarra, o el compositor alemán Richard Wagner.
En enero de 1902 Serra pidió permiso al Ayuntamiento de Barcelona para edificar una casa con una planta semisoterrada y tres plantas más encima. El 1903 compró otro solar en la misma zona y, todavía sin haber recibido la licencia para edificar, pidió la modificación del anterior en orden a la ampliación de las plantas que daban a la Diagonal y la construcción de una entrada de carros y de servicio al número 395 de la misma avenida.
Vista general de Can Serra, c. 1910. AGDB. Fondo: Mancomunidad de Cataluña. Autoría: A.T.V. (Ángel Toldrà Viazo)
El sueño inmobiliario de Pere Serra parecía avanzar sin ninguna traba hasta entonces, pero a partir de 1904 empezaron a surgir toda una serie de problemas que dificultaron la ejecución e impidieron el acabado de la casa. El coste de las reformas y el conjunto de modificaciones introducidas a lo largo de los años habían aumentado considerablemente el presupuesto de las obras que, sumados a problemas de salud aducidos por el mismo Serra, llevaron a la parada del proyecto a comienzos de 1905. De este modo la Casa Serra nunca llegó a ser habitada como residencia familiar. Todo ello ayudaba a entender por qué el jurado del premio que el Ayuntamiento de Barcelona concedía anualmente en el mejor edificio de la ciudad, no recayó nunca en la Casa Serra.
Serra siempre mostró su malestar ante las críticas que se hacían eco de la imposibilidad de edificación de la casa por razones monetarias. En este sentido, cuando su hermano Manel, que se había trasladado con él en la capital catalana en el pasado, le habló del interés que la Compañía de Santa Teresa de Jesús había mostrado hacia el edificio, Serra pensó inicialmente en la posibilidad de cederlo de manera gratuita, pero finalmente se decantó por la venta.
Vista parcial de la fachada de Can Serra, c. 1910-1920. AGDB. Fondo: Diputación de Barcelona. Autoría desconocida.
El 3 de agosto de 1908, la compañía religiosa compró la casa en una operación que le fue económicamente favorable. Pere Serra impuso la prohibición de levantar ninguna planta más encima de la planta baja construida a la parte de la Diagonal. A pesar de que su intención fue continuar viviendo a la propiedad que tenía en la calle de Córcega, finalmente dejó la isla y se construyó una casa en Sarriá y otra en la Garriga. Serra murió el 1919 y su mujer heredó la casa de la calle de Córcega, hasta su muerte en 1938.
El colegio de la Compañía de Santa Teresa de Jesús
Con la compra de la Casa Serra por la Compañía de Santa Teresa de Jesús, congregación fundada el 1876 por el cura Enric de Ossó, empezó la segunda historia del edificio. Las hermanas teresianas querían convertir el espacio en un centro de enseñanza para chicos y chicas hasta siete años, hijos de las familias acomodadas del Eixample.
El arquitecto encargado de la adaptación del edificio fue Gabriel Borrell i Cardona, quien también había participado en las obras de la capilla de la escuela que la compañía tenía en la calle de Ganduxer, después de la marcha de Antonio Gaudí. El año 1909 la congregación ya tenía los permisos municipales para edificar y el mes de julio recibió los permisos de habitabilidad, justamente cuando se produjo el estallido anticlerical y revolucionario conocido como la Semana Trágica, si bien la Casa Serra quedó fuera de su campo de acción.
La escuela de las Teresianas, además de la sección de párvulos, también ofrecía la posibilidad de estudiar bachillerato, comercio, magisterio, ayas y enseñanza doméstica. Una parte del edificio se destinó a residencia de la congregación religiosa.
Fachada del Colegio Teresiano, c. 1926. AGSTJ. Autoría desconocida.
El colegio teresiano de Can Serra vio pasar momentos históricos bien varios como la Mancomunidad de Cataluña, el primer autogobierno catalán desde 1714 entre los años 1914 y 1925, la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y la Segunda República (1931-1936). A lo largo de este tiempo, la sociedad catalana se había adentrado en la modernidad europea y en un progresivo laicismo.
Ante el estallido de la Guerra Civil española, el julio de 1936, las cerca de 500 teresianas de Can Serra abandonaron el edificio y entregaron las claves en la Generalitat de Cataluña, que lo confiscó. Este hecho evitó el asalto e incendio de la escuela, protegida por el Servicio de Patrimonio, que dependía del Departamento de Finanzas, dirigido por Josep Irla.
Entre el 22 y el 28 julio el edificio era hospital de sangre y en agosto fue la sede del Consejo Sanitario del Comité Central de Milicias Antifascistas, organismo creado por el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, para organizar militarmente las fuerzas que lucharon contra el alzamiento militar. A partir de octubre de 1936, el Consejo Sanitario dependió del Consejo de Sanidad de Guerra, situado al número 40 de la avenida Diagonal, muy cerca de Can Serra. Entre mayo de 1937 y noviembre de 1938 también acogió la sede de las Brigadas Internacionales.
Vista general de Can Serra, c. 1930. AGDB. Fondo: Diputación de Barcelona. Autoría desconocida
El 26 de enero de 1939 las tropas franquistas entraron en Barcelona y aquella misma noche las tropas marroquíes ocuparon Can Serra. Las monjas teresianas volvieron rápidamente al edificio para evitar una nueva confiscación. En este punto empieza la tercera historia de Can Serra. Durante el mes de febrero la orden teresiana recuperó el control de Can Serra y en el mes siguiente, todo y las carencias materiales y los pocos alumnos, se retomó la actividad escolar. También se llevaron a cabo nuevas obras de reconfiguración en diferentes espacios del edificio y a partir de 1944 las actividades escolares se ampliaron, incluso con clases nocturnas para trabajadoras diurnas.
El colegio teresiano incrementó progresivamente el ritmo de las actividades, hasta el punto que a partir de 1945 decidieron hacer obras de ampliación en la parte posterior del edificio que da a la Diagonal. Hay que destacar que hasta la venta de la casa de los Serra en la calle Córcega en 1940, la congregación religiosa no tuvo la posibilidad de hacer obras de ampliación del edificio. El motivo: la cláusula que Pere Serra había introducido en la compraventa.
El arquitecto encargado de las obras de remodelación volvió a ser Puig i Cadafalch, impulsor del proyecto originario, pero inhabilidad oficialmente para ejercer su trabajo y poder firmar los planos, atendida su trayectoria catalanista. Firmó las obras Josep Maria Pericas y Morros, arquitecto amigo de Puig y que había participado durante la década de 1920 en la construcción de un edificio conocido como Cinco de Oros, situado a la esquina entre la Diagonal y el paseo de Gracia. Se edificó un nuevo cuerpo de dos pisos con fachada a la Diagonal.
A partir de los años sesenta las hermanas teresianas empezaron a considerar la posibilidad de vender el edificio, teniendo en cuenta la consolidación y aumento progresivo del número de alumnos del centro educativo que tenían al convento de Ganduxer. La inclusión de Can Serra en el catálogo de patrimonio arquitectónico de la ciudad de Barcelona en 1961 hizo descartar la opción temporalmente, si bien el catálogo no era muy respetado. Eran los años de mandato del alcalde Josep Maria Porcioles y la ciudad vivía un contexto de especulación urbanística.
Fachada del Colegio teresiano, 1969. AGSTJ. Autoría desconocida
El 1966 la comunidad teresiana solicitó permiso en el Ayuntamiento para derrocar la casa, pero esto no era posible sin la exclusión de Can Serra del catálogo de patrimonio de la ciudad. A pesar de las protestas vecinales y las del Colegio de Arquitectos, que se habían opuesto con fuerza, unos años después el edificio quedó desvinculado del mencionado catálogo. Si bien las protestas no habían podido impedir la demolición de edificios históricos como la Casa Cheira, construida por Puig i Cadafalch, el derribo de la Casa Serra se pudo parar gracias a ser catalogado como monumento histórico y artístico por la Dirección General de Bellas artes, que dependía del Ministerio de Educación y Universidades del Gobierno español.
Los pasteleros Antoni Escrivà e hijo con una mona de chocolate con la forma de Can Serra, c. 1987-1995. AGDB. Fondo: Diputación de Barcelona. Autoría desconocida
Sede central de la Diputación de Barcelona
Con la llegada de la democracia, el edificio sumó su cuarta historia. El 1977 la alcaldía de la ciudad volvió a incluir Can Serra dentro del nuevo catálogo de patrimonio. Siete años más tarde, la Diputación de Barcelona adquirió el edificio. Durante un tiempo lo denominaron Palau Provincial, como se había denominado el palacio de la plaza de San Jaime, que fue su ubicación durante ciento sesenta y cinco años.
Proyecto de ejecución de Can Serra segunda fase, 1985. AGDB. Fondo: Diputación de Barcelona. R. 6336
Finalmente, el 22 de abril de 1987 se inauguró la nueva seu central de la Diputación de Barcelona, a la vez que se aprobó la cesión del Palau de la plaza de San Jaime en la Generalitat de Cataluña.
Vista panorámica de las obras a Can Serra, 1987. AGDB. Fondo: Diputación de Barcelona. Autoría desconocida.
De aquel sueño de Pere Serra de construir un palacete familiar queda actualmente la construcción parcial y su nombre en un edificio que forma parte de un organismo público que da servicio a la ciudadanía. Barcelona ha cambiado mucho a lo largo del siglo que va de 1890 a 1990: ha pasado de 500.000 habitantes a tener 1.754.900. Ha visto surgir el catalanismo a finales del siglo XIX, la recuperación del autogobierno con la Mancomunidad de Cataluña (1914-1923/1925), ha vivido dos largas dictaduras (la de Primo de Rivera entre 1923 y 1930, y la franquista entre 1939 y 1975), una segunda República que duró poco más de cinco años (1931-1936), una Guerra Civil (1936-1939) y el fusilamiento del presidente de la Generalitat Lluís Companys (1940). La ciudad también ha vivido profundas transformaciones urbanísticas y viste desaparecer edificios y emplazamientos históricos, como la Casa Chirimía o la Casa Cheira. A veces hay historias que, a pesar de #encontrar en épocas de fuertes cambios, tienen una larga continuidad: la de Can Serra es una de ellas.
Panorámica de la esquina Rambla de Cataluña con Diagonal que ocupa Can Serra, 2000. AGDB. Fondo: Diputación de Barcelona. Òscar Ferrer.
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